A diario, el mismo pasillo
La virgencita, el apuro cotidiano.
Y la musica que fluye, vibra, vive.
Y nadie la ve, nadie la ve?
Y el tampoco nos mira.
Solo nos hace sentir en la piel
el retumbar del saxo a la carrera.
Y las monedas se desgranan,
para agradecer la magia del sonido.
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