lunes, 13 de diciembre de 2010

A veces

Me recuesto,
                     en la historia.
Personal, intransferible,
                                   surge,
a borbotones, desordenada...

Sin la explicacion, sin recurso.

Y compleja transcurre.

En la vieja casa de Tandil,

en los fuentones perdidos
y el viejo calentador.

En los hijos, los ojos y los miedos.

Y revive nuevamente,

En esta sonrisa, esta risa,
de la mujer que me cobija.

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