Me recuesto,
en la historia.
Personal, intransferible,
surge,
a borbotones, desordenada...
Sin la explicacion, sin recurso.
Y compleja transcurre.
En la vieja casa de Tandil,
en los fuentones perdidos
y el viejo calentador.
En los hijos, los ojos y los miedos.
Y revive nuevamente,
En esta sonrisa, esta risa,
de la mujer que me cobija.
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